Por el placer de compartir un pensamiento en tiempos de pandemia
Hoy por la mañana, tuve un deseo enorme de escribir unas líneas que seguramente me dictaban mis pensamientos y mis emociones, respecto a cuestionarme qué estaría pasando por la mente de millones de personas en este momento y que todos afrontamos una situación crítica por un virus que ha coartado nuestra libertad y que atenta contra la afectividad que los seres humanos tenemos y sobre todo en nuestro país, cuya cultura, tradiciones, costumbres y la manera de relacionarnos con lo demás es en su mayoría de contacto físico, es cálida, cordial y en casos de crisis o desastres, nos mostramos más solidarios para ayudar a los demás.
La nostalgia de querer abrazar a nuestros seres queridos
Esto no es más que la nostalgia de querer abrazar a nuestros seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, paisanos, etc.; Hacer las cosas que disfrutamos como pasear, salir a tomar un café con los amigos, convivir en eventos sociales o tener un pequeño convivio en nuestra casa u otras actividades que nos hacen sentir vivos.
A casi tres meses de estar en casa, resguardándonos para evitar contagios y solo salir a comprar o hacer actividades esenciales; es decir, en el caso de los que tenemos la posibilidad de hacerlo y por supuesto que hay muchas personas que viven al día y tienen que salir a diario a ganarse la vida, arriesgando su integridad.
Reflexión de vida en tiempos de pandemia
Haciendo una reflexión (hablando en pasado) y recordando que antes de la pandemia, vivíamos en un mundo globalizado y regido por la tecnología, mediante la cual, las transacciones financieras, las noticias, la automatización de las cosas y el vertiginoso camino hacia el éxito financiero de los grupos económicos mundiales, nos marcaban el paso o el ritmo de trabajo al cual nos debíamos sujetar, refiriéndome a la multicitada “competitividad”; es decir, vivir para trabajar y no trabajar para vivir; Esto propiciaba en realidad que viviéramos con prisa y disfrutáramos menos de una vida que se nos escurría entre los dedos como arena fina, hasta que el tiempo nos alcanzaba e iba mermando nuestra energía, ya que las condiciones físicas ya no serían las mismas de cuando empezamos a tratar de comernos el mundo.
Llegó la pandemia, que aún a finales del año pasado, ni imaginábamos que esto ocurriría y que “frenara” o al menos, disminuyera la actividad de un mundo desbocado y que de alguna manera, llegó para cambiar paradigmas arraigados en la gente, donde el dinero representa un fin y no un medio para vivir en plenitud y ahora los seres humanos vemos cuan vulnerables somos y asediados por un enemigo microscópico invisible que puede terminar con nuestras vidas e ilusiones.
Alejarse o evitar las fuentes de información que emiten mensajes negativos
El condimento cancerígeno que sazona nuestras mentes y emociones en este mundo son las denominadas “Fake News” o noticias falsas, generadas y difundidas por algunos medios masivos de comunicación y redes sociales y que han enviado LA VERDAD a la papelera de los valores perdidos y por tanto, las noticias falsas nos siguen envenenando la sangre, propiciadas por grupos económicos o políticos sin responsabilidad social y cuyo único fin es el poder; Como ejemplo; Basta ver o escuchar las noticias en la TV, la radio, la prensa escrita o en las redes sociales y comprobaremos que aproximadamente el 90% de las noticias o comentarios son negativos (calumnias, descalificaciones, etc.)
Nuestro estado de ánimo depende en mucho de lo que escuchamos, así que debemos alejarnos de fuentes de información que solo propagan noticias negativas o sesgadas por intereses particulares o políticos y que merman o degradan nuestra energía e incluso infunden miedo y pintan el panorama negro de nuestro entorno y que hasta producen malestar o depresión en algunas personas.
Debemos analizar o filtrar la información, verificando que sean de fuentes oficiales o fuentes con responsabilidad social o por lo menos investigar en otros medios de información.
Replantear nuestra vida después de la pandemia
En conclusión, esta pandemia deberá ser un parteaguas entre nuestras vidas, antes y la que viviremos con lo que ahora denominan “La nueva normalidad”; Me refiero no solo a vivir con mayores controles sanitarios, sino a replantearnos nuestra vida en tres ejes fundamentales: SER, HACER y TENER.
Cualquiera que sea nuestra religión o filosofía de la vida, encontraremos en el SER, HACER Y TENER, la pauta para transformar nuestras prioridades a través de la reflexión y el auto cuestionamiento continuo para llegar al final del brevísimo camino de la vida, con aquello que nos será realmente de utilidad: Amor, paz, felicidad y valores que posiblemente hemos olvidado cultivar.
Debemos aprovechar estos momentos para reflexionar y ser realmente los arquitectos de nuestros destinos y atrevernos a cambiar nuestras vidas desde hoy, para vivir en plenitud.
Consultor de empresas e instituciones